domingo, 11 de octubre de 2009

Método y Metodología en Trabajo Social ; el desafio en estos temas hacia el futuro


Dando continuidad al tema anterior sobre el que hacer real que desarrollan los/las trabajadores/as sociales actualmente en nuestra sociedad, es que a continuación será presentado un artículo sobre el método y la metodología en Trabajo Social que se relaciona en gran medida con la acción social que realizan las y los profesionales en las distintas áreas y con la relación que existe entre el saber y el hacer en esta profesión.



Para comenzar a introducirnos en el tema es que empezaremos por acercarnos a lo que significa etimológicamente la palabra método. Esta proviene de dos palabras griegas: metha (más allá, hacia o a lo largo) y odos (camino) que literalmente significa “camino o vía hacia algo o para llegar más lejos”. Entendiéndose por esto que el método es el mecanismo por el cual se llega a una determinada meta u objetivo planteado en cada situación particular y se utiliza en las diversas áreas de las ciencias. Pero específicamente en el Trabajo Social el método responde a las acciones (o a las intervenciones) realizadas por las y los trabajadores sociales tanto de forma directa con el trabajo con las personas mismas, sujetos o beneficiarios como de forma indirecta en la planificación de las intervenciones sociales, la organización, documentación, trabajo en organizaciones y en la producción del conocimiento disciplinario todo esto para contribuir al determinado fin o fines.

Además existe otro término que es el de metodología que muchas veces se presta para confusiones con el de método. Cabe destacar que estos dos no son sinónimos pero se ven íntimamente relacionados. “La metodología es parte de una ciencia que se ocupa de los métodos a los que esta recurre. Estudia <un conjunto concertado de operaciones puesta el práctica para conseguir uno o varios objetivos […] un conjunto de normas que permiten seleccionar y coordinar las técnicas> (Grawitz, 1981).[1] O sea la metodología es el sistema macro de la formación de conocimientos de una determinada ciencia o disciplina y luego del estudio de la puesta en práctica de la teoría y los conocimientos. Y el método es una de las formas de poner en práctica la acción profesional para lograr el o los objetivos que se hayan planteado. Por lo que la metodología es más que nada un proceso de estudio de todos los aspectos que rodean e integran una ciencia disciplina o profesión y el método es solo una parte de la metodología, el como se lleva a cabo.

La pregunta que puede surgir en estos momentos es ¿existe un método universal que deben utilizar las y los trabajadores sociales en su vida profesional? ¿Este podría adaptarse a todas las circunstancias, fenómenos sociales y lugares del mundo? Difícilmente la universalidad del método sería posible ya que todo depende de los fines y de la naturaleza de los fenómenos atendidos. Y como actualmente estamos sufriendo la crisis de la post modernidad que afecta a las sociedades contemporáneas que son día a día más complejas y por ende presentan nuevas problemáticas e incertidumbres. Se incita a que la tarea de la profesión sea reestructurar constantemente los métodos utilizados y acomodarlos a las necesidades de un determinado contexto y a las habilidades del o la profesional y no encasillarse adoptando solo modelos pre fabricados, si no que los profesionales sean los constructores de su conocimiento y de las formas de llevarlo a cabo (claro que bajo ciertos parámetros generales) pero dejando espacio a la pluralidad tanto de visiones como opiniones y a la autonomía del actor social y de los sujetos, dos conceptos que han comenzado a tomar más valor en estos últimos años.

A pesar de que anteriormente se planteo que no existe un método universal si no que diversos métodos, cada uno de estos tiene fases y razonamientos que funcionan a pesar de cual sea este y consiste en: el estudio de la situación que se refiere a las investigaciones preeliminares y el análisis de la situación en general, el diagnóstico de esta que da cuenta por medio del razonamiento analítico de los supuestos derivados e hipótesis del estudio de la situación, la planificación que guía el rumbo de las acciones que serán llevadas a cabo a través de un programa de intervención, la ejecución de la acción referente a la puesta en marcha de la acción de acuerdo a una meta u objetivo, la evaluación, etapa reflexiva y de revisión de los logros obtenidos con respecto al logro de los objetivos y finalmente la sistematización herramienta de reflexión de los procesos anteriores que aporta a la producción de conocimiento.

Pero hay que tener en cuenta que la metodología y el método no son algo así como una fórmula milagrosa para llegar al objetivo final si no que “la metodología es una creación humana sujeta al error y su aplicación debe darse sobre realidades situadas histórica, social y culturalmente, queriendo decir con esto que ninguna propuesta metodológica por afinada que sea tiene validez en sí misma, puesto que su pertinencia y funcionalidad están condicionadas por los contextos y sujetos con los cuales interactúa”[2] repitiendo lo mencionado unos párrafos antes el proceso metodológico siempre dependerá en primera instancia de una determinada realidad social, cultural e histórica y además de los sujetos miembros de esta. Y dependiendo de esto será ejecutado el método que es importante comprender que tampoco da certezas ni garantiza el éxito si no que es una guía, que marca los caminos para llegar al objetivo.

Nos podremos preguntar ¿por qué el tema del método y la metodología son tan importantes para el trabajo social? La explicación puede ser que “La disciplina del trabajo social se ha esforzado, fundamentalmente, en definir y redefinir las cuestiones relacionadas con el último de estos puntos: los procedimientos dirigidos a la acción y el desarrollo de técnicas. No se ha prestado la debida atención al conocimiento teórico que fundamenta la acción ni a la necesidad de relacionar ambos (teoría y técnicas) con el objeto de estudio.”[3] Es por esto que el Trabajo Social necesita fundar su campo de acción y debería empeñar su búsqueda por seguir acercándose a lo que es la Epistemología y tomando las herramientas que esta le pueda entregar así como lo que la filosofía y la ciencia tienen a su disposición y de acuerdo a estas poder llegar a una síntesis más integrada de conocimientos poniendo atención al momento histórico y cultural que esté transcurriendo ya que la llamada “postmodernidad, obliga a reconstruir epistemológicamente el mandato específico de la profesión, que es el mandato de la acción pero como plantee anteriormente esta debe ser fundada en marcos teóricos concretos. “Se debe realizar un esfuerzo mayor que nos permita ubicar la verdadera dimensión e implicancias de un campo que aun no ha sido resuelto en el Trabajo Social: el de la relación entre producción de conocimientos científicos y la recuperación de los saberes emergentes de la intervención”[4] de este modo como se plantea lograr hacer una compatibilidad entre lo aprendido en la práctica a través de la acción/intervención y de lo que los conocimientos científicos pueden aportar a la profesión, además de lo que de está misma se pueda construir enriqueciéndola de mayor teoría. Y De esta forma darle mayor sustento a la profesión que en algunos casos es desestimada socialmente precisamente por la falta de conocimiento científico que si bien se ha introducido en la formación de la profesión en gran medida respecto a lo que era hace unas décadas atrás sigue siendo uno de los principales desafíos.











[1]DE ROBERTIS, Cristina. Fundamentos del Trabajo Social: ética y metodología: Publicaciones PUV, Valencia España, 2003. Pág. 87.

[2] RESTREPO, Olga. Reconfigurando el Trabajo Social: Perspectivas y tendencias contemporáneas: Editorial Espacio, Buenos Aires, Argentina, 2003. Pág. 59.

[3] ZAMANILLO, Teresa. Para comprender el Trabajo Social: Editorial Verbo Divino, Estella España, 1999. Pág.8

[4]GONZALES, Alicia. Una lectura Epistemológica del Trabajo Social. Santiago: Editorial Universidad Nacional de Rosario, 1995. Pág. 1.